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FIESTA DE LA CERVEZA DE EL TREBOL

Con gran éxito se realizó la primera jornada.

La Fiesta de los Productores de la Cerveza Artesanal y Gastronomía Regional tuvo un gran debut en la noche del sábado en la ciudad de El Trébol.

Lolo Ormeño y Lucas González.

Unas seis mil personas comunicaron desde la organización, se acercaron al predio Ecológico 15 de Enero, para disfrutar de más de 14 puestos de cerveza, 24 de Gastronomía, más feriantes y buena música.

Banda Viajera.

La noche comenzó con la música de Lolo Ormeño y Lucas Gonzalez. Continuaron los Banda Viajera y el cierre fue con Los chicos de El Burgo.

El Burgo.

La fiesta sigue hoy

Esta tarde desde las 18 horas dará comienzo la segunda jornada con los shows de Cable a Tierra, La Morocha (tributo a Maná) y La Depresiva Bipolar.FUENTE CANAL 1

FIESTA PROVINCIAL DEL BRICELET EN COLONIA BELGRANO

Se llevó a cabo la XXIII Edición de esta popular fiesta distintiva de Colonia Belgrano organizada por la Comisión del Bricelet conformada por la comuna e instituciones locales.

Una noche ideal reunió a mas de 5.000 personas de toda la región para disfrutar de una amplia oferta gastronómica, artesanías, espectáculos de música y baile, y por supuesto de los riquísimos Bricelet.

Junto al presidente comunal, Daniel Pistilli FUENTE JORGE VIVAS

UNA TRADICIÓN QUE SE RENUEVA – El Carnaval en El Trébol a lo largo de más de un siglo

Por Rubén Adalberto Pron.

El Carnaval y los corsos son hechos que están asociados en la tradición argentina y de otros países sudamericanos como Bolivia, Chile, Ecuador, Paraguay, Perú y Uruguay, aunque en cada caso con sus particularidades.

Etimológicamente la palabra “carnaval” deriva del latín carnis (carne) y levare (quitar o dejar fuera), porque la celebración ocurre tres días antes de la entrada en cuaresma, período que precede a la Pascua cristiana.

Pero el origen del Carnaval parece ser mucho más antiguo, en escenarios como los de las civilizaciones egipcia o griega, donde unos tres mil años antes de Cristo se realizaban festejos paganos relacionados con los ciclos de la naturaleza como los equinoccios de otoño y primavera.

“Corso”, a su vez, deriva del latín cursus (carrera o acontecimiento que ocurre en la vía pública), y para nosotros es una actividad indisolublemente unida al Carnaval.

En efecto, y lo hemos podido ver en las primeras décadas del siglo XX y a partir de 2011, cuando los días de Carnaval volvieron a ser feriados luego de que la última dictadura cívico-militar los anulara en 1976, sustrayéndolos igual que otras cosas mucho más graves como las vidas de miles de personas secuestradas y en su mayor parte asesinadas y desaparecidas.

Los inicios

En El Trébol, los primeros corsos de que se tenga memoria fueron los de 1919, ya que hasta entonces la celebración del Carnaval se limitaba a un baile social animado por bandas y conjuntos musicales que en la mayoría de los casos se disolvían tras la festividad.

Pero en el año indicado, comenzaron a organizarse desfiles de carruajes adornados con arreglos florales y ocupados por jovencitas de la localidad que paseaban su gracia, a veces caracterizadas con atuendos que evocaban alguna temática como la primavera o simplemente las hacían aparecer como marineros, payasos y otras figuras con las que por unas horas podían mostrarse con otra personalidad.

Es que el Carnaval convive con la idea de los sueños de ser otro u otra, asociada a la transgresión y el desenfreno con que se cierra el ciclo de la mundanidad para entrar en el tiempo de la abstinencia que desemboca en el Jueves y Viernes Santo y la gloria de la Resurrección.

La fiesta es esencialmente popular e igualitaria porque de ella puede participar cualquier persona con prescindencia de su fortuna y su ubicación social, y los disfraces contribuyen a ocultar cualquier diferencia. Al respecto, cabe recordar la más humilde de esas transformaciones, la de las mascaritas, personas vestidas generalmente con el ropaje del sexo opuesto y con el rostro cubierto que, para más, hablaban en falsete para confundir al interpelado, al que solían cubrir con serpentinas de papel y bañar con agua perfumada como ahora lo hacen con espuma en medio de la algarabía que moviliza a los asistentes a estas celebraciones.

Las décadas más creativas

Esas manifestaciones inocentes de la primera mitad del siglo XX comenzaron a enriquecerse en los años ’60, con la aparición de las carrozas evocativas, construidas en la más estricta reserva para sorprender en el momento de su aparición pública, y grupos de vecinos que se asociaban para presentar representaciones ambulantes de gran repercusión.

De esa época, se recuerda el desfile de Los Gladiadores, Los Escoceses, El Circo (con trapecistas, payasos, malabaristas y “domadores” que interactuaban con otros jóvenes que sudaban la gota gorda enfundados en disfraces que los presentaban como tigres, leones, osos y monos), El Far West (con cowboys y pieles rojas que se desafiaban mutuamente aunque –como en el cine– siempre prevalecían los primeros), y los de escenarios ambulantes montados sobre chatas y acoplados en el que los médicos de El Hospital realizaban una parodia de cirugía (con ristras de chorizos que “extraían” del abdomen del paciente, generalmente anestesiado con un golpe de palo de amasar, y quien se despertaba en el medio de la operación y saltaba de la camilla para correr entre el público antes de que pudieran suturarlo), o el más prosaico y muchas veces repetido “boliche”, con parroquianos jugando al truco, borrachos en el peor de los estados, trompadas y peleas a cuchillo originadas por supuestas ofensas y rivalidades y otros desaguisados por el estilo que el imaginario popular ubicaba en estos bares suburbanos.

Sin que desaparecieran del todo, estas representaciones empezaron a alternar con el desfile de evocaciones como El Tranvía a Caballo e ingenios mecanizados como La Cortitrilla, El Plato Volador o El Perro Salchicha, construido en el taller de Oscar Degano, que balanceaba la cabeza y, levantando una pata, “orinaba” a los espectadores con agua contenida en una bomba oculta en el vientre del can, operada por uno de los participantes en la carroza.

Otras creaciones seguían siendo individuales, como El Carro de Bomberos, La Araña –que movía sus patas a medida que avanzaba impulsada por su esforzado constructor encerrado dentro del artificio– o la representación de El Quijote y Sancho Panza, donde el primero era encarnado por el autor de estas líneas y el escudero por Rubén Depetris.

Las calles por donde se hacía el corso eran el bulevar América, Rosario y Juan Francisco Seguí en una media vuelta a la plaza, alguna vez la avenida Libertad y por lo menos en una ocasión en la pista de atletismo que rodeaba a la cancha de fútbol del Club Trebolense.

La influencia de la TV

Cuando se popularizó la televisión, las carrozas empezaron a reproducir personajes de la pantalla chica, como Hijitus y el Topo Gigio, y en ocasiones se trajeron las famosas carrozas de la ciudad bonaerense de Lincoln o el espectáculo de Los Autos Locos, máquinas que se dividían en partes, se encabritaban y volvían a reunir sus piezas, todo en medio de piruetas y explosiones que hacían la delicia de los concurrentes.

Al corso le sucedían grandes espectáculos, con consagradas figuras de la música y la escena nacional que llevaban el espectáculo hasta las primeras horas de la madrugada.

Nuevos tiempos

Transcurridos los oscuros años de la dictadura y aún antes de que se devolviera al almanaque el carácter de feriado de los carnavales, se advirtió un cambio en las formas de la celebración. Si bien volvieron las reuniones al aire libre, en calles y espacios públicos hasta que se adueñaron de la avenida Independencia, la participación de las carrozas cedió paso al regreso de las murgas, algunas de auténtico sabor afroamericano como la de la familia Medina, de Las Rosas, otras locales como la de Los Locos Bajitos, y últimamente la presentación de comparsas que copian el formato de los desfiles cariocas.

Ello, también fue acompañado por un reemplazo del marco musical, que pasó a ser el de la cumbia y los ritmos “tropicales”, un sonido que compite con el del cuarteto, que fue perdiendo terreno y replegándose a sus orígenes cordobeses.

El Carnaval marcha al ritmo de los tiempos. Recientemente, por ejemplo, las celebraciones masivas se vieron impedidas por las medidas sanitarias a que obligó la llegada al país de la pandemia de covid, y la organización del festejo se hizo discontinua aún después de superada la etapa más dura de esta enfermedad.

Las formas cambian y seguramente seguirán haciéndolo, pero será difícil quitarle al Carnaval, como alguna vez se intentó por la excesiva mercantilización de la celebración, el carácter popular que el festejo conlleva. Un festejo que, aunque requiera de producciones cada vez más costosas, nunca podrá eclipsar la felicidad que significa para dos muchachones disfrazarse de marido y mujer y empujar entre la multitud un cochecito de “bebé” con otro grandulón que apenas cabe en su interior dejando sus piernas velludas fuera y que empina una mamadera en la que en lugar de nutritiva leche salta a la vista su contenido de vino tinto.

CELESTE ZANUZZI ES LA NUEVA REINA PROVINCIAL DEL TRIGO.

SAN GENARO

CELESTE ZANUZZI ES LA NUEVA REINA PROVINCIAL DEL TRIGO.

Se desarrolló en la madrugada del domingo, dentro de la noche central de la Fiesta Provincial del Trigo, la ceremonia de elección y coronación de las princesas y la reina provincial. En esta oportunidad el cetro recayó en manos de la representante de la Comuna de Carlos Pellegrini Celeste Zanuzzi. Al ser entrevistada luego de recibir los atributos en el escenario Celeste declaró: “Estaba muy nerviosa, no lo podía creer, ya que era la última fiesta en la que iba a representar a todos los pellegrinenses. Estoy muy contenta que de esta manera me despida de los atributos. Ahora lo que resta es disfrutar, viajar, conocer personas nuevas y representar a la Fiesta Provincial del trigo de la mejor manera, al igual que lo hice con la Comuna de Carlos Pellegrini”. Como primera princesa fue electa Federica Colli de San Genaro que representó a la municipalidad local y como segunda princesa Danei Valenzuela representado a la Fiesta del Chocolate de Barrancas.